Una de las relaciones más importantes dentro de una familia es la que se logra establecer entre sus hijos y sus mascotas, esto se debe a todos los beneficios que trae esta amistad, fortaleciendo vínculos y enseñando valores como la empatía, responsabilidad, comunicación, entre otros… Es por eso que desde Basic Farm les queremos compartir algunos datos y recomendaciones para que los más pequeños de la casa se la lleven bien con las mascotas. Este tema tiene algunas variables, así que vamos por pasos, ejemplificando los diferentes escenarios que pueden existir en la relación entre niños y perros, teniendo en cuenta las etapas de desarrollo de cada uno.

La primera tarea para los adultos es evaluar la situación que se presenta o se va a presentar; por ejemplo, si la mascota ya está en casa y el nuevo integrante de la familia será un bebé recién nacido o, por el contrario, el niño ya está un poco más grande, pero quieren traer un cachorro al hogar. La etapa de desarrollo tanto de los niños como de las mascotas es clave para analizar previamente los pasos a seguir, agregando el componente de personalidad: ¿la mascota es inquieta? ¿El niño está en la etapa de agarre? En fin, cada uno de los detalles dentro de esta relación marca la diferencia.Artículo relacionado aquí

Iniciemos con el primer panorama: el perro está en casa y se aproxima la llegada de un bebé, este es un momento fundamental para lograr buenas prácticas desde el primer momento. Recomendamos comenzar por el olfato, permitir que la mascota se acerque desde la gestación, que huela e identifique lo que ocurre, ya en el nacimiento del bebé, pueden acercarlo de a poco en la misma dinámica olfativa.

quí aparece una palabra que será clave en todo este artículo: la asociación. En momentos que pueden ser de estrés para la mascota como el llanto prolongado del bebé, se acude a los premios como snacks, además se debe ser consciente de consentir a la mascota cuando el bebé está en el mismo espacio, en ocasiones se comete el error de hacer todo lo contrario y eso hace que el animal asocie la ausencia del bebé con las caricias. Una estrategia útil en este punto es hacer la presentación del bebé en un espacio abierto o amplio para que la mascota se sienta libre de irse cuando quiera.

A medida que los niños van creciendo, aproximadamente hasta los 3 años, ven en las mascotas juguetes o peluches y tienden a ser bruscos en sus movimientos, lo que puede asustar al animal y resultar en una combinación negativa si el animal se torna agresivo y el niño, por su edad, no sabe identificarlo.

Aunque desde muy pequeños ya se puede ir enseñando a los niños a ser cuidadosos con las mascotas, es desde los 3 o 4 años, la edad en que tienden a acariciar a los animales, pero sin controlar la fuerza. Es común que, si se gesta una buena relación, los adultos se sientan confiados, pero nunca recomendamos que compartan un mismo espacio sin supervisión.

Los niños desde los 5 años ya abrazan, así que para no saturar esta relación y dejar que interactúen con más fluides, se podrían habilitar un par de zonas en la casa donde no tengan acceso los niños, para que la mascota pueda ir y regresar a esa relación de amistad en el momento en que se sienta cómodo, así mismo, en estas zonas especiales podría ir la comida y agua de la mascota. Esto especialmente para los gatos.

Una alternativa para el caso de los perros son los comandos, enseñar a la mascota con palabras clave que debe salir del lugar, se puede hacer con ejercicios como los que mencionamos al inicio donde el comando se asocie con comida o premios. Los perros adultos son una gran alternativa para convivir con niños porque controlan mucho más sus movimientos y si se les ha educado, comprenden instrucciones. Sin embargo, sabemos que ese no siempre es el caso, así que si tenemos un perro que es muy activo, es importante que se ejercite para que drene gran parte de su energía teniendo en cuenta su etapa de desarrollo. Como adultos nuestro papel en medio de esa amistad que se forja para toda la vida es el de acompañar y educar.