La oxitocina, a menudo llamada la ‘hormona del amor’, se libera en nuestro cerebro durante interacciones sociales placenteras. Estudios han demostrado que cuando miramos a nuestras mascotas, ambos experimentamos un aumento en los niveles de oxitocina. Este aumento fortalece el vínculo entre el humano y el animal, promoviendo sentimientos de bienestar y afecto mutuo. Este fenómeno se ha observado en investigaciones donde se miden los niveles de oxitocina en la saliva antes y después de las interacciones con mascotas.

Es así como en la sociedad contemporánea, ha surgido una tendencia notable: cada vez más personas optan por tener mascotas en lugar de hijos. Este fenómeno, más allá de lo producido por la oxitocina, refleja cambios profundos en las estructuras sociales, familiares y en las prioridades personales. Este artículo explora las razones detrás de esta tendencia y analiza cómo las mascotas han llegado a ocupar el lugar de los hijos en muchas familias alrededor del mundo.

En principio es importante aclarar que la situación privilegiada de muchas mascotas en la actualidad no siempre fue así, por ejemplo, durante la Edad Media, la Iglesia adoptó una postura teológica que consideraba a los animales como seres inferiores y meramente utilitarios, sin alma. San Agustín y Tomás de Aquino, influyentes teólogos, promovieron la idea de que los animales existían para servir a los humanos y no tenían una capacidad moral o espiritual. Esta perspectiva justificaba el uso y sacrificio de animales sin consideraciones éticas significativas.

La creencia de que los animales no tenían alma tuvo consecuencias prácticas en la persecución y maltrato de ciertos animales. Los gatos, en particular, fueron demonizados en la Europa medieval, asociados con la brujería y el mal. Esta superstición llevó a la caza y exterminio de gatos, especialmente negros. Perros callejeros también eran considerados como una molestia y eran frecuentemente exterminados en muchas ciudades.

El concepto de mascotas como animales de compañía y no solo como utilitarios se popularizó en la aristocracia inglesa durante el siglo XIX. Las cortesanas y damas de la nobleza empezaron a criar y mantener a los llamados perros falderos, conocidos como lapdogs. Estos animales eran considerados símbolos de estatus y afecto, reflejando un cambio en la percepción de los animales como compañeros.

En el siglo XIX, París se convirtió en el epicentro de la moda, no solo para humanos sino también para sus mascotas. Surgieron tiendas especializadas en ropa y accesorios para perros y gatos, ofreciendo desde abrigos hasta sombreros. Esta moda reflejaba el estatus social y el cariño hacia las mascotas, marcando el inicio de la industria de productos para animales de compañía.

Sin embargo, el gran salto ocurrió tras la Segunda Guerra Mundial, donde el auge económico y el movimiento hacia la urbanización en Estados Unidos transformaron la relación entre humanos y mascotas. Las familias que se mudaban a las ciudades comenzaron a ver a sus mascotas más como miembros del hogar que como animales de trabajo. Los publicistas aprovecharon este cambio, promoviendo productos y servicios diseñados específicamente para mascotas, desde alimentos especializados hasta juguetes y servicios de salud. Esta transformación cultural posicionó a las mascotas como parte integral de la familia, influyendo en sus dinámicas, un concepto que permanece hasta el día de hoy con algunas variables que tienen correlación con la elección de tener hijos:

Cambios socioeconómicos

El contexto económico global ha influido significativamente en la decisión de tener hijos. La estabilidad financiera, los costos crecientes de la crianza, la educación, y la incertidumbre laboral hacen que muchas personas, especialmente los jóvenes, pospongan o descarten la idea de tener hijos. En contraste, las mascotas representan un compromiso económico menor, aunque no insignificante, y proporcionan una compañía constante sin los altos costos asociados con la crianza de un niño.

Cambios culturales y sociales

Las normas culturales y sociales están cambiando. En el pasado, formar una familia con hijos era una expectativa social predominante. Hoy en día, hay una mayor aceptación de estilos de vida alternativos. La autonomía y la libertad personal son muy valorados, y las mascotas encajan bien en este nuevo paradigma, ofreciendo compañía y afecto sin las obligaciones a largo plazo que conllevan los hijos.

Retraso en la maternidad y paternidad

La tendencia a retrasar la maternidad y paternidad es otro factor importante. Las personas ahora priorizan sus carreras, educación y desarrollo personal antes de considerar tener hijos. Durante este tiempo, las mascotas llenan el vacío afectivo y proporcionan un sentido de responsabilidad y cuidado.

Urbanización y estilos de vida

La urbanización ha llevado a una mayor concentración de la población en ciudades donde el espacio es limitado. Criar hijos en un entorno urbano puede ser desafiante y costoso. En contraste, tener una mascota, especialmente en apartamentos pequeños, es más manejable y se adapta mejor al estilo de vida urbano.

El rol emocional de las mascotas

Las mascotas han pasado de ser simples animales de compañía a ocupar un rol central en las vidas de muchas personas. Actúan como compañeros emocionales, brindando apoyo afectivo y reduciendo la soledad, ofreciendo consuelo y una sensación de propósito.

Numerosos estudios han demostrado que las mascotas pueden tener un impacto positivo en la salud mental de sus dueños. Reducen el estrés, la ansiedad y la depresión, y proporcionan una fuente constante de amor incondicional y compañía. Esta relación emocional profunda puede satisfacer las necesidades afectivas que tradicionalmente se asociaban con tener hijos.

La industria de las mascotas:

La creciente tendencia de considerar a las mascotas como nuevos hijos ha impulsado un auge en la industria de productos y servicios para mascotas. Desde alimentos premium y atención veterinaria de alta calidad hasta ropa y accesorios de lujo, las empresas están capitalizando esta tendencia, ofreciendo productos diseñados para mejorar la vida de las mascotas y satisfacer las necesidades de sus dueños.

La tendencia de tener mascotas en lugar de hijos refleja un cambio profundo en las dinámicas sociales, económicas y culturales de la sociedad moderna. A medida que estas tendencias continúan evolucionando, es probable que veamos un aumento en la atención y recursos dedicados al bienestar de las mismas, consolidando aún más su papel como los llamados ‘nuevos hijos’ en muchas familias alrededor del mundo y tú ¿qué opinas de este fenómeno?

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